jueves, 6 de abril de 2017

Secreto / Serie Erótica


Secreto

Mi amor por ti comprende un espacio intransitable de deseos que se convierten en cuchillas afiladas, sinsabores, dolor y en el fondo, allá a lo lejos, una luz que lucho por alcanzar y que ni siquiera sé si es para mí.
¿Crees que podrías, mi amor, tocarme y no romperme? ¿Crees que podrías acercarte a mí, abrir el campo que me escuda del mundo para poder tocar tu alma y no destrozarme? Porque cuando estoy frente a ti soy frágil y dúctil, tan mansa y entregada que me asusta dejar de ser ¿Crees, mi amor, que podrías tocarme y que la piel no sea una defensa o una protección? ¿Crees que podrías acercarte hasta mí y hacer desaparecer todo el temor, toda la tristeza, la decepción que mi propia ansia genera?
Tu mano en mi cintura es una respuesta que espero, pero aún así me sorprende. El suave contacto de tu palma en la curva me acelera el pulso, el corazón, me electriza la piel y olvido la respiración práctica, pasando a la acelerada, a la desarmónica;  la que busca sobrevivir. Me quedo prendada de tus ojos con esa mirada magnética y felina; clara y misteriosa a la vez. Me observas sabiendo todo lo que quiero y me instas a suplicar por ello. Oh, amor, tus ojos me abren el pecho y mi alma brota como una flor de infinitos pétalos y se extiende hacia ti.
—Mírame así, Bill, mírame —pido en susurros.
Tus manos están sobre mi cintura y las mías sobre ellas, su tacto me es tan familiar y a la vez nuevo, porque nuestra unión es finita y cada gesto es atesorado como un obsequio y guardado en el alma como un secreto. Acaricio tus manos, las amo, amo la forma en que captan la vida, en que tocan el vacío y le dan forma a un sentimiento.
Me miras y me pierdo en la profundidad de tus ojos; hacemos el amor de un modo salvaje, sólo con mirarnos. Son largos minutos en los que nos buscamos, nos hallamos y nos reconocimos, un momento extenso en los que se llenan de emociones nuestros pensamientos y ellos llenan el alma, la mente, el aura y la piel. Sin tocarnos estamos convirtiendo la magia en realidad. Sin un roce, te siento plenamente dentro, tan dentro que jamás saldrás; te has quedado prendado en la prisión de los sentimientos, que está hecha de barrotes que no aprisionan, que se forman de la unión entre ambos. Tú, amor mío, le das libertad a mis alas; me elevas y me aíslas de todo lo frívolo, a través del clamor de tu mirada. Hacemos el amor de un modo perfecto, nos hemos transmitido la excitación, el palpitar, el sudor, el ansia, el deseo, la ternura, el abatimiento, la angustia previa, hasta llegar a la culminación de los sentidos, sólo con mirarnos, transmitiendo la pureza del sentimiento, abriendo nuestro espíritu con honestidad, entregando todo lo que somos, no hay forma más perfecta de amar y aún así necesito más, más de ti; necesito que esa sonrisa traviesa y sutilmente malévola, calme el ansia, sólo un poco, porque quiero abrirme para ti. Aquí estoy, por ti, pidiendo el sabor de tu boca y de tus besos que aún no quieres dar; quieres que sufra y te suplique. Oh, mi amor, no hay suficiente suplica para declarar el modo en que te deseo. Mi cuerpo alterado, mis pezones erguidos, mis labios húmedos, mi piel débil a tu tacto, todo ello es una muestra que te oculto. Tus manos se deslizan un poco más atrás y se cruzan en mi espalda para acercarme a tu cuerpo y te siento el vientre, ha  tocado el mío y me hago más blanda en el abrazo y suspiro al sentir el movimiento lento de tu cadera, es irreprimible para ti, presionas tu sexo contra mi ingle y el calor asciende con tanta violencia que me causa escalofrío. Ajustas otra vez el abrazo y me encierras, envuelta en la manta chamánica que vistes y que amo. Tu boca desciende para buscar mi cuello y poner en él un beso que detona las sensaciones erógenas de mi piel, encendiéndola, me hace temblar y gemir, llevándome casi al límite. Luego el beso se convierte en una caricia de tus labios hacia mi oído y mi sien. El abrazo se hace más grande, me rodeas y yo a ti, nos envolvemos y escucho tu corazón. Oh, qué angustia tan deliciosa, mi amor, estar así, ansiando y deseando y a la vez sin querer mover ni un músculo, porque sólo quiero tenerte y abrazarte y oír este latir agitado y maravilloso.
—Anda, por favor, quítate la ropa —y deja que te ame, que te bese y te recorra, anda, por favor.
La petición es oída, pero no comienzas por ti, noto tu mano por debajo del vestido y me quedó inmóvil, conteniendo el aire, a la espera de que encuentres la sorpresa que llevo para ti; quizás en ella busco algo de la normalidad que jamás nos acompaña. Tus dedos ascienden por la media y encuentras el encaje y luego el ligero; tus ojos se iluminan con la travesura de un niño encerrado en un hombre. Mi amor, qué asombroso espectáculo son tus ojos, podría deshacerme en ellos eternamente, caer y caer, sintiendo siempre que vuelvo al mismo punto de admiración. Te deshaces de mi ropa, deshojándome, y te separas  unos centímetros para observarme, siento tu mirada posada en mi pecho y percibo tu deseo en el modo en que la travesura ha desaparecido y tus ojos se han vuelto oscuros y profanos; respiras hondo e inclinas la cabeza, como si ye prepararas para atacar; ese gesto de pasión contenida me estremece y me excita tanto que llevo una mano a mi vientre, queriendo tocarme mientras me miras. Sostienes mi mano, me detienes y amoldas la tuya, para acompañarme en la exploración; comienzas un movimiento con ella, adelante y atrás, la vibración de la tela sobre la piel me desequilibra y me sostienes; la sensación es increíble y es sólo a través de ella que llego a la certeza de que siempre seré tuya. Entonces descanso la cabeza en tu hombro, estás tan excitado como yo, la piel de tu cuello se ha erizado y me permito disfrutar de cada milésima, de cada segundo de esa debilidad que compartimos, luego te beso la piel y la lamo, de forma instintiva. Te quejas y el sonido de tu voz perturbada por la provocación me estremece aún más y me sostengo de ti y llevó la mano hasta tu pantalón y abro los botones con toda la rapidez que puedo, necesito apoderarme de tu sexo, necesito sentir su firmeza en mi mano; necesito apoderarme de ti.
—Te necesito dentro —expreso mis pensamientos.
Me ayudas con la ropa y liberas tu sex, tomas mi mano y la pones sobre él, ansiando el masaje que quiero darte. Tu mano entre mis piernas ya no me acaricia, busca un acceso por entre el encaje de la braga para tocar la piel excitada y húmeda. Yo no puedo dejar de mirar tu pene erecto, está enrojecido y preparado para entrar y llenarme. Oh, amor, no sabes cómo extraño sentirte; extraño el modo en que entras en mí hasta que sólo puedes empujarte como si quisieras partirme, llevado por ese sentimiento de unión que conocemos tan bien.  Acaricio tu carne, la encierro y la amoldo en mi mano, noto su firmeza que se hace cada vez más densa. Se descoordina el toque de tus dedos sobre mi clítoris y escucho como te quejas, hasta que finalmente abandonas y me dejas perdida en un suspiro de orfandad que se convierte en torturado placer. Sostienes un pecho en tu mano y te llevas un pezón cubierto de encaje hasta a boca, tus dientes buscan, entre roces, la forma erizada y pellizcan conteniendo la fuerza con desesperación. Me quejo sin reparo, podría llegar al orgasmo sólo con la sensación de tu boca en mi pezón, me deleito en las sensaciones y noto como mi mente comienza a despegar . Oprimo tu pene con fuerza, sin querer, lo someto y te quejas junto a mi oído. El deseo nos envuelve, nos llena de impaciencia. Tu respiración se ha descompasado, has cedido el control al deseo y amo cuando haces eso. Tus ojos felinos me miran y me advierten, se acabaron los preámbulos.
—Ábreme —te insto y siseas, aspirando el aire profundamente, como si lo necesitaras para evitar la ignición.
La flor de tu mano tatuada, arrastra consigo la ropa interior, mientras tus dedos separan mi sexo, preparándolo para tu entrada. El primer toque es suave, apenas un roce; tu frente se apoya sobre la mía, tu boca respira sobre mi boca y te mantienes así un segundo eterno, dos, hasta que me atraviesas y... Oh, tenerte dentro, amor, tenerte dentro es un éxtasis por sí mismo. Nos quedamos unidos, silentes, aferrados uno al otro, envueltos en el deseo, el coraje obligado para no morir de miedo y el amor. Retrocedes lentamente y te llevas contigo toda mi voluntad; esperas un instante antes de volver a colmarme, te mueves, giras la cadera y te mueves como si buscaras descifrar qué hay dentro de mí. Tus ojos, amor, tus ojos se han oscurecido por la pasión, sondean mis pensamientos y temo qué pasaría si pudieras leer en ellos.
Cae la manta que te cubría los hombros y yo pierdo mis manos por el borde de la camiseta que vistes, te la quito para que podamos estar más cerca, para que nada nos separe durante esta unión tan anhelada. Desatas el sujetador y liberas mi pecho que se roza con el tuyo, el calor de tu piel es exquisito, arrebatador y me pierdo en las sensaciones que ahora experimenta mi cuerpo y mi alma. Tu sexo explora dentro de mi sexo, lo humedece un poco más con cada embestida y el sonido rápido y rítmico de los golpes desborda mis sentidos y me arranca un quejido. Me sostengo con fuerza a tu cuerpo, sé que el contacto es tan intenso que nos hará estallar muy pronto, pero no me importa. Recorro tu espalda buscando un mayor anclaje y me encuentro con dos puntos de energía que me queman en las manos, el placer me aturde y mis ideas se mezclan y se dispersan. Aumentas el ritmo de  los golpes de tu ingle entre mis piernas, me causas dolor y un placentero desvanecimiento. Tu voz se rompe en sonoras respiraciones que me erizan la piel, y en mis manos sigue golpeando esta energía que no había sentido en ti antes, ya no la puedo ignorar, la reconozco —¿Qué es esto, amor?, ¿son tus alas? — me desespero, intento detenerte, pero tú crees que es la pasión la que me empuja y me aferras aún más —No, por favor, no toques tu divinidad por razones equivocadas, te condenarás como yo...— me sostienes firme contra tu cuerpo, tu boca intenta un beso que se rompe en un gemido y te vacías dentro de mí.
La energía se expande y tú apenas puedes respirar; tus preciosos ojos me miran tan llenos de preguntas y yo no puedo parar de llorar. Supongo que al final la oscuridad me persigue, porque yo le huyo y se siente sola.

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N/A
Uno de Erótica que salió de la necesidad de decir algo, como siempre resulta ser Erótica, del alma, del cuerpo, de la creación de realidades.
Espero que les guste.

Un beso

Siempre en amor

Anyara





1 comentario:

  1. Mi amor por ti comprende un espacio intransitable de deseos que se convierten en cuchillas afiladas, sinsabores, dolor y en el fondo, allá a lo lejos, una luz que lucho por alcanzar y que ni siquiera sé si es para mí. Creo que esta frase de inicio lo dice todo... y cada letra que le sigue es solo la explicacion de esto... que hermoso... es un amor que no sabes si sera para ti pero que no puedes evitar sentir, que duele y es placentero a la vez... que masocas somos any XD naaa jjejeje es hermoso... gracias por compartir cada letra <3 te quiere inmensamente. Tu Lixi.

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