“Desilusión: Impresión negativa que experimenta alguien al comprobar que
la realidad de algo no responde a la esperanza o la ilusión puestas en ello.”
Esta es una sensación que lleva días persiguiéndome de forma insistente.
Antes lo había hecho de manera intermitente, sin llegar a permanecer; pero
ahora está latente y se alimenta como un animal de las emociones que el Fandom
produce en mí.
El Fandom; esa criatura mutante a la que intento comprender. Quizás ahí
está mi problema, la comprensión de un Ser vivo necesita mucho estudio, muchas
ramas de una ciencia para llegar a entenderlo, y yo soy de letras.
¿Un monstruo?
Quizás.
Son muchas las ocasiones en las que he leído lamentos por la ausencia de
algunos creadores del Fandom. A algunas de esas “neuronas” que alguna vez
fueron activas, ni siquiera llegué a conocerlas; y si alguien las extraña está
claro que en muchos casos desde la sombra se las admiraba. Y es cuando llego a
esta parte de mi poco científico análisis, cuando me pregunto ¿Nadie se ha
detenido a pensar que las neuronas necesitan alimento? ¿Qué si trabajan y se
esfuerzan por dar lo mejor de sí al resto del “sistema”, necesitan saber que
han llegado a alguien?
Para eso están los comentarios. No es necesario que sea un gran
comentario con términos incomprensibles como algunos libros de filosofía, para
que parezcan comentarios inteligentes. Se necesita simplemente del apoyo. Saber
que más allá de la “intuición” es real la llegada a las personas.
Nos engañamos a nosotros mismo si creemos que los sentimientos no son
importantes, que los reconocimientos no son necesarios. Lo son. Lo que nos
mueve a compartir algo, es la necesidad de conectar con los demás, como los
impulsos eléctricos que hay entre las neuronas. Si esos impulsos no son
devueltos porque al parecer una parte del entramado “no los necesita” esa zona
se convierte en una zona oscura y muerta.
Luego vienen las preguntas ¿Por qué se va? ¿Por qué abandona el Fandom?
El abandono viene de la necesidad de sobrevivencia, de esa implacable ansia
de respirar aire limpio. Porque la retroalimentación es posible, pero cuando se
da la energía propia con tanta frecuencia y en cantidades tan ilimitadas, es
lógico que las “neuronas” se agoten.
¿Nos hemos vuelto tan desechables e innecesarios que ya es cosa de mirar
algo y dar vuelta la página? Total, siempre habrá más. Si no tenemos que pagar
por ello, no tiene valor.
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