Noche
.
La habitación que te han dado en
este hotel es hermosa. Su decoración brilla, a pesar de la oscuridad, bajo los
tenues rayos que entran por la ventana. He entreabierto la cortina para que la
luz enmarque tu cuerpo bajo la sábana. Te observo, con las manos enlazadas en
la espalda y apoyada contra la pared. Tu cabello claro, se ha desordenado sobre
la almohada que uno de tus brazos ha atraído hacia ti ¿En qué piensas cuando te
vas a la cama? ¿En qué piensas en ese momento, ese segundo en el que te
entregas al insondable mundo de los sueños?
Pareces tan vulnerable, tan dulce,
que es imposible no mirarte con ternura ¿Cuántos besos habrás regalado hoy?
¿Cuántos abrazos? ¿Cuántas veces te habrás sentido emocionado por las palabras
de alguien que no soy yo?
El tic tac en este reloj que marca
el tiempo que me queda junto a ti es cada vez más ruidoso. Incluso, algunas
veces, se vuelve enloquecedor.
A veces, sin saber cómo, ni por qué,
tu alma toca la mía desde la distancia inimaginable y a la vez inexistente en
la que nos hallamos. Extiendo la mano y rozo la textura de tu universo;
cosquillea en mis dedos y me acepta. En momentos como esos tiras de mí desde la
misma raíz de mis pensamientos y me basta parpadear una vez para estar a tu
lado.
Cuando eso sucede, sé que me
necesitas. Luego, todo se tiñe de realidad.
La realidad me duele, me ahoga, me convierte en una maraña de sensaciones
irracionales y dolorosas.
Hoy te he visto sonreír a alguien;
lo has hecho mirándola a los ojos y en el centro de mis emociones he sentido
que me desgarrabas, del mismo modo cruel en que me arrancaste el alma aquella
otra noche; en Las Vegas.
No, mi amor; tú no sabes lo que yo
siento cuando otra persona te besa o te abraza. No sabes la desolación inmensa
que me corroe desde la venas, cuando tus ojos se detienen en alguien y me
pregunto si ese es el momento en que el reloj dejará su tic tac.
A veces, en medio de las locuras
que gesta la mente, me imagino apoderándome de alguien que viva en tu mundo;
alguien que me aferre a este lugar, para poder permanecer a tu lado. Sin
embargo, sé que eso no me garantiza tu amor. Nada, nunca, lo hará.
Te miro, tan indefenso y entregado
a tus sueños e ilusiones, que se me parte el corazón por todo lo que yo sí sé.
Vives en un mundo hecho de fantasías inconexas, en que el único pegamento es el
amor.
Te giras en la cama, resguardando
el espacio que tienes reservado para mí. Ahora mismo podría acostarme a tu lado
y abrazarte para acunar mi rostro en tu pecho y llenarme con tu calor, pero me
resisto. No, no quiero seguir anhelando algo que con el amanecer se diluye de
entre mis dedos, porque aunque tú no lo sepas, mi alma está anclada a mi propio
paralelo y venir aquí es cada vez más peligroso.
Es increíble pensar en que puedo
atravesar el universo para mirarte, y aún así, a pasos de ti, no puedo tocarte.
De pronto, abres los ojos y me miras. Tus preciosos ojos, adormecidos por el
sueño, aún no te explican lo que ves. Sí, soy yo, mi amor; no te lo preguntes
más. Este es el momento en que abandono mi razonamiento y mi pudor; lo abandono
todo, y me acerco a ti para que me sientan en la carne, en el hueso y luego,
cuando no te quede nada más, me sientas en el alma. Sin embargo hoy estoy
estática. Tus ojos se cierran nuevamente y es muy posible que mañana me pienses
como un sueño. El aire que he contenido se me escapa en un sollozo y sólo
entonces descubro que estoy llorando. No, mi amor, no puedes imaginar el dolor
que se siente cuando aquello que amas está tan lejos de ti. Me gustaría
encontrar cobijo entre las mismas sábanas que ahora te abrigan, pero no es
posible; sin embargo lo espero. Me acerco hasta ti y abro las sábanas para que
me permitan tomar una parte de ti que siempre me acerca a tus emociones; pocos
son los que conectan el sexo con el alma. Lo descubro y veo que de tanto en
tanto palpita como tu corazón. Mis dedos lo recorren, desde su raíz, hasta el
sitio en el que descansa sobre tu muslo. Hoy estás desnudo, como si me
esperaras, como si imaginaras que podría venir a ti. Son tantas las migajas que
nos dejan los mundos sutiles para encontrar el camino y no las vemos, no
reparamos en ellas, las ignoramos como si fueran meras coincidencias en un infinito
en que las coincidencias no existen.
Te rodeo con mis labios y siento
como tiemblan; no, no te confundas, no es la cercanía con tu sexo lo que me
intimida, es la emoción inmensa de tenerte, de tocar una parte tan íntima de ti
a la que pocos acceden. Es tenerte, aunque sea de este modo.
Rodeo tu sexo con mis labios y
encajo la punta de éste en mi boca. Te escucho murmurar una súplica entre
sueños, sé que me pides más de algo
que ahora crees una fantasía. Avalo tu suplica, permitiendo que te adentres un
poco más en mi boca hasta que tocas mi garganta. Sostengo tu cadera que se
alza, casi sin voluntad, en busca de más contacto, de algo que necesitas como
el aire.
No es suficiente para mí el sólo
lamer tus deseos; necesito arrancarte de cuajo todas las miradas, anhelos y
deseos que has compartido con otros y hacerte mío de nuevo, otra vez. No puedes
entender el dolor que me causa tu entrega y tu amor por los demás; sí, soy
egoísta, soy inmundamente humana.
Me monto sobre ti y te sobresalto;
necesito que tu sexo arda y se erecte hasta que pueda clavármelo, para
quemarnos juntos en esta pasión que no muere, ni siquiera transmuta; sólo
se endurece como el metal golpeado
después de la llama.
Tus ojos se abren y mi pecho se
expande lleno de amor. Caigo hacia ti y te abrazo. No sabes, no entiendes, que
abrazarte y morirme en ese abrazo, es lo único que consigue que mi corazón siga
latiendo a un compás admisible. No, no lo entiendes; y nunca conseguiré que lo
hagas, porque aunque tú no lo creas, yo sí te he perdido, tú a mí, sólo no me
has tenido.
Alzó la mirada y me encuentro contigo.
Cuando te miro así, tan de cerca, tan enfocado en mis ojos, recuerdo al que
fuiste en mi mundo, a ese que me amaba y que de pronto, en un suspiro, se alejó
de mí como el viento que pasa y te deja con la melena alborotada y sin
capacidad se comprender lo que ha sucedido. Eres como la naturaleza que te
atrapa en su vorágine y luego te deja caer desde la altura y que desde su
salvaje visión de la vida, no comprende que no puedas sobrevivir.
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N/A
Uno más de Erótica, nacido de una imagen que vi a las 6 de la mañana y
que me llevó hasta él en las horas siguiente.
Espero que les guste y que puedan comprender el alma de esta serie.
Un beso
Siempre en amor
Anyara
Nose que decir de pronto me encontré transportada en una terrible nostalgia, ese sentimiento de saber que el amor existe pero que las circunstancias o el mismo tiempo u espacio nos impiden estar en contacto. Hoy me identifico tanto con ella, esa sensación de te tengo pero no eres mio. De cuanto te amo pero por derecho cada quien tiene su propia libertad.
ResponderEliminarEs tannnnn hermosamente nostálgico... esa sensación de pertenencia de que " quiero que seas mio pero no se puede"... tienen tanto esta serie... me encanta... besos mi any...
ResponderEliminarLo he vuelto a leer.Me gusta tanto cuando las vivencias las narra ella. Esa frase :yo si te he perdido,tú a mi,sólo no me has tenido.No sé,me ha llegado a lo más profundo.Tal vez me identifico en alguno de esos momentos tristes e irrecuperables de mi vida.Siempre me dejas con esa extraña mezcla de anhelo,tristeza,felicidad y plenitud.
ResponderEliminarCuantos sentimientos encerrados, este quizas es de los caps mas llenos de nostalgia, de esa frustracion de querer sin poder concretar.
ResponderEliminarHermosamente logrado mi querida Any *--*