jueves, 24 de noviembre de 2016

Dentro / Serie Erótica


Dentro
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—¿Qué es lo que estás haciendo? —te pregunto, mientras acaricio la pelusa que tienes por cabello. Acabamos de hacer el amor, aún no ha terminado de apaciguarse mi corazón, pero no puedo dejar de pensar en la tormenta que noto en tu interior. Hoy me has amado de un modo diferente, porque a pesar de sentir la misma búsqueda desesperada que compartimos, también había desidia, casi podría decir que conformidad, pero no del modo en que yo la comprendo, si no del modo mundano y vulgar en que lo aceptan las personas corrientes.
Me inclino, buscando tu rostro en medio de la penumbra que nos deja una vela roja que he encendido, quizás para invocarte, para pensar tanto en ti que pudiese crearte. No dices nada, te remueves ligeramente y me aferras un poco más al abrazo del que me tienes presa, con tu cabeza sobre mi vientre y la mano tatuada sobre la cintura. Te sigo acariciando el pelo con cuidado, no comprendo la fría sensibilidad que me demuestras, pero sí entiendo que hay personas a las que se debe tratar con suavidad y amor; están colmadas de lágrimas.
A veces me enfado contigo, otras tantas simplemente observo en silencio los devaneos de tu mente y los condeno sin emitir palabra, para no dañarte, para no ampliar el dolor que los origina ¿Sabes lo que es amar incondicionalmente? ¿Sabes lo que es que ese amor duela hasta que te preguntes si tiene algún valor?
Lo he sentido muchas veces, más de las que quisiera.
Muchas veces, en el silencio de la soledad ingrata; no, no me mal interpretes, amo la soledad, pero existe esa que está contigo aunque la evadas con todas tus fuerzas, la que suele perseguirme cuando no te encuentro, cuando no vienes y no puedo llegar a ti. Bueno, evitaré los desvaríos, no quiero caer en la vorágine de mis propios pesares. Como decía, en medio de ese silencio siento tu dolor, lo experimento y soy consciente de los pasos que das por su causa y de los errores que vas cometiendo en busca de un sentido que no encuentras. Me culpo, desde luego que me culpo, porque en mi afán por volver a tocarte y besarte, en mi miedo a enfrentar tu ausencia, he ido a tu mundo y te he revuelto la razón.
De pronto alzas la mirada y me observas con una expresión dulce y esa sonrisa abierta que te da un toque inocente y sensual a la vez.
—No me respondes —te sonrío de vuelta. Tu rostro se relaja hasta alcanzar la seriedad y tomas aire como si te prepararas para contarme todas las cosas que habitan en tu mente; sin embargo, se te escapa en un suspiro.
—¿Qué me reprochas? —preguntas, quitando tu mirada de mis ojos, para fijarla en un punto que aleje tus emociones.
No, amor, no, nada más lejos que reprocharte algo; eres para mí la luz y la oscuridad misma que me habita, no podría condenarte jamás porque sería como sentenciar mi propia muerte. Quizás es en la visceralidad de este sentimiento en el que reside toda causa de este amor.
Hundo los dedos es el corto cabello que ahora llevas y la caricia marca la ansiedad de mis emociones. El corazón se me ha acelerado sólo por el vacío que he sentido, de pronto, al pensar en todo lo que eres para mí y en la nada absoluta que eso me deja. Tu mano sostiene la mía, la sosiega con un apretón firme, pero suave, así como sueles ser. Me quedo hipnotizada por los dedos tatuados y aunque no puedo definir las líneas de la tinta por completo, las conozco y las recreo en mi mente como si las viera y un escalofrío me hace temblar. No, no es frío, es la absoluta combustión que siento cada vez que me detengo en algo que amo de ti; y luego del temblor viene el abismo que se abre cuando comprendo que vivo de instantes robados de tu realidad. Me miras y me quedó prendada de las sombras de tus ojos.
—No me mires así, no busques más, todo lo que encontrarás en mí es desilusión y miedo —dices, y las lágrimas estallan en mis ojos, ni siquiera había notado que las tenía. Has leído mi mente y pronunciado las palabras que habitaban sueltas en ella.
Extiendo la mano con un movimiento torpe, quiero tomar tu sexo sin que me importe si estás listo para volver a penetrarme o no. Me siento rota, completamente destrozada por esa angustia que nunca me abandona, que sólo se adormece y que al despertar es como el hambre y me devora desde dentro. Te quejas cuando oprimo la carne flácida entre tus piernas y sostienes mi muñeca para evitar el malestar. Te miro a los ojos, sin filtrar la desesperanza que siento y me sueltas, porque la comprendes y la vives como yo.
Cómo se puede sentir tanta miseria en medio de un acto tan magnífico.
Oprimo tu pene con desesperación y tú, con la misma desesperación, buscas mi pecho y succionas mi pezón. Me quejo, no hay placer en esto que estamos haciendo, sólo dolor. Por qué es en medio de mi dolor cuando tú aceptas abrir el alma.
Me detengo y tú lo haces también. Nos quedamos callados y de pronto la proximidad y la intimidad parecen abrir un vacío entre los dos. Te incorporas en la cama y aunque quedas sentado a centímetros de mí, no me tocas y yo ya no quiero que lo hagas. La vela roja está a punto de consumirse, aunque aún no lo hace. Me quedo observando la llama que danza inestable sobre un charco de esperma. Son tan pocas las noches que podemos compartir juntos, tan pocos los momentos de sentirnos en la piel y ahora, en este instante, estamos rotos por esa misma razón.
Me recojo en mi misma, de pronto la desnudez no parece apropiada, y vuelvo a ser una adolescente insegura ¿Cómo puede el sufrimiento y el miedo arrastrarme tan fuera de mí?
Te pones en pie y buscas tus cigarrillos en uno de los bolsillos de tu pantalón. Las lagrimas que antes me sorprendieron, ahora se me atragantan y no las puedo llorar. Me sumerjo en las razones por las que te perdí y comparo cada palabra de entonces con las que hemos compartido ¿En qué he fallado? ¿Cómo me he vuelto a equivocar? La distancia me hiela y te observo junto a la ventana, aspirando el humo y manteniéndolo dentro de ti para que te recorra antes de salir. Me quedo prendada de la visión de ti, como tantas veces me sucede a la lejos, en esos momentos en los que sólo te puedo imaginar. Quizás tú no seas consciente de la razón por la que los demás de toman fotografías o hacen videos de ti, pero yo sí lo comprendo; entiendo la fascinación que sienten por capturar un instante y hacerlo propio cuando no se puede tener nada más. Fumas una vez más y yo te observo, resignada a dejar morir la noche. Se te riza la piel con la brisa que entra suave y fría por la rendija que hemos dejado abierta en la ventana ¿Te asusta decir la verdad? ¿Temes que te vea como te ves? Oh, amor, nada de ti podrá nunca opacar lo que sé de ti. Ante esa aclaración que hace mi alma, el amor estalla y la presión que siento en el pecho finalmente cumple con su labor y permite que un par de lágrimas caigan y me mojen la rodilla.
Me miras y yo lo hago también, ambos tomamos aire y lo liberamos en un suspiro que nos lleva a la resignación. Caminas hacia mí y apagas el cigarrillo contra el cenicero que tengo en la mesilla, justo a la vela que lucha por no apagarse en medio de su propia cera. Te acomodas junto a mí en la cama y me tomas las manos.
—Ven —pides, indicándome el sitio que hay entre tus brazos.
Me acurruco en el ofrecimiento que me haces y observo el tatuaje que llevas en el pecho y que ineludiblemente me recuerda a nuestro destino; dos caminos paralelos, nunca juntos. Me abrazo más a ti, necesito que me trates con cariño; ahora mismo estoy llena de lágrimas.
Vuelvo a mirarte a los ojos y busco a través de ellos ese pensamiento que me has estado ocultando con tanto ahínco ¿Qué te pasa, amor? ¿Qué dolor no puedes compartir?
—¿Sabes? Mañana es mi cumpleaños —te digo, sin más, sólo por la necesidad que tengo de que lo sepas. No dices nada, pero me abrazas más fuerte y siento aquello como un regalo de aquellos que no tienen definición.
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N/A
Siempre les he dicho que Erótica es extraña, yo la siento como una sonda que viaja por el espacio y va enviando datos desde lugares desconocidos…
Espero que les haya gustado este capítulo.
Siempre en amor
Anyara


6 comentarios:

  1. Qué ha pasado aquí ? ese dolor de ambos se me enrosca en el alma.Si ésto suena a un final cercano....espero que sea el que yo anhelo.Aunque espero que no termine pronto.

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  2. Hermoso y lleno de fragilidad, así he sentido esta entrega; asi es Erótica llena de emociones.

    Muchas felicidades a mi escritora favorita, muaask Any

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  3. Mi querida any,,,, erotica es una historia de dos almas... dos almas que vagan en el anhelo del amor... son dos mundos distintos que se encuentran y calzan o no en algun momento como piezas de rompecabezas... es una historia de sentimientos... de esos profundos que se muy bien que traes contigo... simplemente es algo hermoso... extrañamente hermoso que cada vez que leo o me saltan sonrisas y mas abajo me saltan lagrimas... jejeje gracias por regalarnos estas letras... te quiere inmensamente tu lixi. <3

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  4. Me gusto este episodio, por que nos muestras otra faceta de ellos. Esa que esta muy profundo...en donde los sentimientos se mezclan son el silencio. Quedo fascinada en la manera en que nos llevas de un plano a otro, desde la incertidumbre, el dolor hasta el amor.

    Te mando un beso enorme <3

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  5. Me gusto este episodio, por que nos muestras otra faceta de ellos. Esa que esta muy profundo...en donde los sentimientos se mezclan son el silencio. Quedo fascinada en la manera en que nos llevas de un plano a otro, desde la incertidumbre, el dolor hasta el amor.

    Te mando un beso enorme <3

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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