Al ocaso.
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El ocaso comenzaba a despuntar sobre las nubes que se
extendían en el horizonte de Los Angeles. Bill admiraba una vez más el espectáculo
de colores que esta ciudad que lo había adoptado no se cansaba de regalarle. A
veces se preguntaba si alguna de las cientos de fotos que había tomado sería
capaz de capturar la belleza que él veía en los matices que el cielo mezclaba.
Estaba casi seguro de que no.
Se sentó en la terraza de casa con la única idea de
disfrutar de ese atardecer y del aire fresco que le otorgaba la primavera. Comenzó
a revisar su nueva cuenta de instagram, esa con la que intentaba mantener una
especie de comunicación con quién lo mereciera o valorara, pasando por alto el
implacable veneno que algunos tenían dentro y que al no poder vivir con ello lo
escupían en forma de comentarios soeces y dañinos.
Tomó una nueva foto del horizonte y la compartió. Bajo ella
jugueteaban una serie de etiquetas y una frase que recordó: Somos simplemente dos almas dañadas que se sienten en el cielo cuando
morimos.
La respuesta a su publicación fue instantánea. A veces se
preguntaba cómo era posible que a los tres segundos de subir una imagen el
resto del mundo le respondiera. Los comentarios iban desde caras tristes,
corazones a montones, un que otro sortilegio para el amor y algunas palabras de
aliento que no necesitaba en realidad. Pero hubo un comentario que no era la
primera vez que leía, probablemente provendría de la misma persona.
¿Has leído a Neruda?
Creo que te gustará—a la pregunta la
acompañaban unas cuantas palabras entrecomilladas que supuso serían de un
poema— “… te amo como se aman ciertas
cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma.”
Reconocía el nombre del poeta. Había ciertas personas que
por poco que te interesaran estaban ahí presentes, ya sea por una canción o una
exposición o simple popularidad. Las veces anteriores había reparado en el
mensaje pero no había tenido ni tiempo, ni ganas de revisar nada de él. Hoy
contaba con ambas cosas.
Copió la frase y la pegó en el buscador de su móvil. En cuanto
tuvo el poema completo comenzó a leer.
“No te amo como si
fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.
Las palabras se desgranaban con la pasión pura de quién ama
más allá de lo que su cuerpo puede soportar. Bill se sintió identificado con el
sentimiento desde la primera línea.
Te amo como la planta
que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.
Un amor concebido y comprendido como la naturaleza misma.
Te amo sin saber cómo,
ni cuándo, ni de dónde,
Lo podía entender, porque el amor habita en los corazones
capaces. Creemos que lo encontramos pero lo que hallamos realmente es nuestra
capacidad de amar.
te amo directamente
sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,
así te amo porque no sé amar de otra manera,
Bill no estuvo seguro de en qué línea comenzó a apretársele el
pecho. Sintió deseos de llorar, de gritar, de beberse todo el aire posible en
un suspiro
sino así de este modo
en que no soy ni eres,
De ese modo en que el amor se convierte en unidad, en
complemento y en absoluta voluntad de amar.
tan cerca que tu mano
sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.”
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.”
Cerró los ojos, sí; abatido por las palabras. Impactado por
la fuerza con que se puede interpretar un sentimiento y admirado de que alguien
más allá de una pantalla pudiese suponer que él se sentiría así.
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N/A
Aquí les dejo un
pequeño drabble por el día del libro en el que he querido poner a Bill leyendo
algo que amo.
Un beso ♥