Adoración
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Pocas cosas tienen tanta fuerza
como tu mirada cuando destilas amor. Pocas fuerzas son tan poderosas como la de tus ojos cuando abren de par en par el universo de tu alma. Cuando te miro, y
me miras, me siento pequeña como una partícula, como esas mínimas trizas de
polvo que llenan el aire y sólo puedes ver entre luces y sombras durante las
mañanas de verano. Ni siquiera me puedo medir a mí misma como un ser, como una
persona o una niña; no, no alcanzo a ser algo cuando me miras con la
profundidad de la creación.
Solemos pensar que nuestra
adoración se conjuga en un ser supremo al que debemos la vida. Mi adoración se
conjuga en tu boca cuando entreabres los labios y me pides un beso sin
palabras. A veces, en medio del silencio, albergada sólo por el murmullo de las
sábanas, comprendo la frase hecha de que para el amor sobran las palabras.
Supongo que en medio del éxtasis, alguien en realidad lo comprendió y otorgó
vida a un decreto que muchos promulgan sin entender. Ojalá los pensamientos que
brotan de mi alma consiguieran plasmarse en las almas para que el amor que te
tengo se hiciese eterno y se recordara a través del tiempo, como esas oraciones
que solemos repetir antes de dormirnos ¿Cuántas de esas palabras elevadas a un
Dios omnipotente comprendemos de verdad? ¿Cuánto vacío hay en pronunciarlas sin
vivirlas? No entendemos que la vida es un regalo que nos roza durante un mínimo
fragmento de la historia del universo, y lo desperdiciamos muchas veces con
quejas y dolores que no se merecen la luz de esa vida. Para el magno evento que
es el sistema en el que vivimos, no somos más que una triza de polvo que llena
el aire.
Te miro a los ojos que mantienes
entrecerrados, tiernos y fieros a la vez ¿Sabes la magnífica presencia que
significas para alguien como yo? ¿Eres capaz de comprender lo poco que soy ante
tus ojos luminosos? Para mí eres ese Dios que lo abarca todo, el Om que los shivaístas
proclaman como la palabra sagrada con que Shivá crea y destruye el universo.
Te miro, y cada marca de tu cuerpo
representa un momento de tu vida ¿Cuál me has dedicado a mí? ¿Quizás el tritón
que abraza un mundo diferente al suyo? ¿Quizás la cruz negra?
No puedo evitar las lágrimas,
ellas caen como riachuelos diáfanos en busca del mar. Todo lo que eres me
conmociona de un modo que no consigo explicar, porque cada vez que te extraño
mi mundo comienza a girar y lo hace tan rápido que todo se convierte en figuras
desenfocadas en un espacio que debería reconocer, pero al que no pertenezco. A
veces me gustaría conectar contigo por un instante, una milésima de segundo, en
la que mi mente te contase lo que habita en mi alma. Quisiera que compartiésemos
un momento de conectar en medio de un todo que se convierte en caos.
Te miro y tu mirada se acentúa
bajo el tacto de mis manos. Recorro la forma de tu pecho y las hendiduras de
tus costillas, hasta llegar a mis muslos que te rodean la cintura, creándome una
ilusoria posesión de ti ¿Qué pensarías de mí si supieras el modo en que mis
manos te reclaman al vacío? ¿Seguirías desprendiendo esta aura de amor?
Tomo tu mano, acaricio el interior
y lo recorro. Me detengo a la mitad de tu índice, para sostenerme de ella,
mientras busco con mi otra mano tu sexo que me espera lleno y duro. Su tacto me
produce un intenso placer que encuentra un espejo en tu rostro que parece aún
más entregado. Te empuño y me alzo para encajarlo con mi sexo de ese modo arbitrario
y reconocido por ambos. Me esfuerzo por no cerrar los ojos y entregarme a las
sensaciones, mientras vas allanando mi cuerpo. Siento cómo me colmas y no
quiero perderme detalle de tu expresión. Tus ojos se entrecierran y tu boca
emite un sonido profundo, como de quien aspira su último aliento. La piel se me
eriza y noto el modo en que lo hace la tuya también. El deseo, el ansia, el desmesurado
amor entre ambos, es absoluto. Ojalá un día pudiese explicarte el modo tan
enorme en que te amo. Mi amor por ti está tan arraigado en mis pensamientos,
que no concibo un día en el que no estés; por tanto, sé que te he tenido, a
través del tiempo, muchas veces. Eres ese pilar insustituible para que yo
consiga Ser.
Me anclo con los muslos a tu
cadera, cuando consigo que tu pene esté dentro de mí por completo. Cabalgo, sostenida a tu
cintura, sin dejar de mirar tus ojos que se han perdido en medio del placer.
¿Te quedarás? —me preguntaste, una vez más, cuando me viste cruzar
el umbral de tu universo.
No lo sé, amor, no lo sé. No sé
cuándo será la última vez. Un día te enamorarás y yo dejaré de venir.
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N/A
Anoche comencé una manipulación de las que hago en photoshop y eso, aliado
con mis ganas de escribir, han dado paso a este trocito de Erótica. Espero que
les guste ♥
Siempre en amor
Anyara
Simpkemente perfecto, lo ame
ResponderEliminarBill nuestra adoración personificada y perfectamente plasmado por nuestra talentosa y querida escritora *--*
ResponderEliminarEstoy encantada con este nuevo episodio Anyara! Enamorada por todas las magnificas metáforas que escribiste. Bill realmente cumple a la perfección su rol de Musa, por que te inspira de una manera brillante. Gracias por compartir tu talento.
ResponderEliminarUn beso enorme.