jueves, 14 de abril de 2016

Cuando me querían princesa / One shot


Cuando me querían princesa
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Las palabras me persiguen, las fotografías me persiguen, los videos, el arte de los fans, las historias creadas, las soñadas; todo lo que hicieron de mí durante ese tiempo en el que me querían princesa. Nadie entiende lo difícil que resulta volver a buscarse bajo las capas de maquillaje y la apariencia frágil de quién era y no era. Fueron horas de mirarme al espejo mientras otros moldeaban mi imagen; dejaba que sucediera, me sentía animado por los halagos que recibía sobre una belleza inhumana; es contradictorio, cuando yo soy tan profundamente humano que la vida me duele en la médula. Y es que hay tanta fragilidad en nuestra juventud. Nos creemos los dueños del mundo, porque tenemos fuerza y belleza, aún impolutos y es justamente, envanecidos por esa verdad, cuando dejamos de crecer y es más fácil manipular lo que creemos nuestras propias decisiones.
Las primeras semanas lejos de todos fueron un alivio. Al fin conseguí dejar que mi barba creciera y salir a la calle sin morir de dolor por el afeitado para que el vello no se notara, mi piel pudo respirar sin las capas que cubrían cualquier rastro de él. Al principio los lentes oscuros, las capuchas y los gorros eran como un escudo que me protegían de los demás y de mi miedo a enfrentarlos. Todos aquellos que claman por mí, por una sonrisa, una foto o una mirada, no saben lo duro que fue aprender a caminar de nuevo; salir de mí mismo. Aún no consigo verme como fui sin que se me retuerza el estómago de asco y choquen en mi interior tantos sentimientos, los buenos y los otros; esos que de vez en cuando me recorren las venas de la memoria como cuchillas afiladas. Quise, amé, a ese Bill, lo amé tanto como otros lo amaban, pero estoy seguro que por motivos diferentes. Cuando intento recorrer el sendero de esos recuerdos, y no escapo de inmediato, intentando creer que jamás pasó, me formulo la misma pregunta: ¿Por qué?
Tengo una respuesta, pero duele tanto como el resultado, así que desvanezco la idea de mi mente. Sin embargo, el pasado siempre vuelve y toca a la puerta como un invitado que no querrías dejar entrar. Hoy me siento así, envuelto en la nebulosa de lo que fui, luchando por no ahogar al que he logrado ser.
Estoy roto; y nada de lo que intento consigue unir las miles de piezas en las que me he convertido. Ella me mira y me sonríe como si no supiera todo lo que hice y lo que acepte para que me amara. La dejé jugar con mi identidad, con lo que era o quería ser, hasta el punto en que me miraba al espejo y no me reconocía. La veía obrar en mi apariencia, mi cabello y mi rostro, esperando a oír su voz cuando me decía lo bello que me veía.
La esperé, lo hice por tanto tiempo que la ilusión que tuve y que un día fue resplandeciente como la luna colgando de un cielo oscuro, se convirtió en la misma oscuridad que existe bajo la tierra; húmeda y desesperanzada.
Muchas veces he culpado a los demás por mi tristeza, pero sé que aquellos que en realidad me amaban me lo advirtieron: No tienes que cambiar para que te ame; no, no tienes que ser quién no eres. Me parecía tan difícil, por entonces, no buscar ser lo que creía que ella amaba. La vi tantas veces coquetear con chicas, con bellezas increíbles que yo, desde un cuerpo adolescente, sólo podía llegar a emular. La miraba por horas mientras sonreía en las fiestas a esas mujeres, que por entonces me parecían maravillas de la naturaleza, y volvía a mi casa o a mi cuarto de hotel, roto por dentro.
Luego la dejé atrás; comencé a buscarme en el espejo mientras iba prescindiendo, poco a poco, del maquillaje que alguna vez esgrimí como lo único que me hacía sentir yo mismo. La ignoré y la añoré en la misma medida, porque, ¿quién le dice al corazón lo que debe sentir? Mi alma estaba dividida entre lo que quería ser y lo que extrañaba ser.  De ese modo fui componiendo melodías en las que trabajaba para que contaran, con cada nota destrozada, lo que yo sentía.
No sé si ella, ahora que me mira a los ojos y sonríe, es consciente del lego en el que me convirtió su amor.
Tantas veces la vi iluminarse con la misma sonrisa de aquella primera vez, esa única vez, en la que me invitó a impregnarme del aroma de sus sábanas, para luego desterrarme a una espera permanente. Resulta tan dolorosa la espera cuando escondes la mirada para no delatar tu ansiedad. La observé de reojo, la vi cambiar, la vi dar a luz, la vi ser madre y convertirse en una mujer diferente. Nunca pregunté nada; porque hay cosas que es mejor no escuchar. Le permití transformarme aún más, dando a mi rostro un aspecto aún más delicado. La observaba embelesado, actuar con manos gráciles y dibujar los contornos de mi rostro. Sus pinceles destacaban la fuerza de mi mirada y los rasgos perfectos que por entonces me permitían jugar con el sexo que yo quisiese. Sé que aún puedo jugar y es justamente ese don el que me hizo fracasar de nuevo.
Sí, hubo una nueva Ella, una que me quitaba el aliento con su sonrisa carismática, pero que no concebía que yo tuviese menos musculatura que su amigo más pequeño de la universidad. Ella quería encontrar en mí al típico espécimen americano con jeans desgastados, poca joyería y nada de maquillaje. La seguí a sitios en los que no habría estado jamás. Me hice de amigos con los que no conseguía encontrar cosas en común. Lo intenté, frecuenté su círculo de amigos, a su familia, comí lo que ella comía y me esforcé por demostrarle entre las cuatro paredes de una habitación, que tenía lo que Ella necesitaba. Sin embargo, cada vez que le fue posible, me dejó claro lo prescindible que era en su vida. Me disfracé de mediocre; y lejos de conseguir lo que creía que ella esperaba, me convertí en algo que yo mismo odiaba.
Las idas y venidas de lo que llamábamos amor, nos fueron consumiendo. Yo me hice tatuajes en su nombre, Ella se iba de fiesta sin mí; nunca aceptó que yo fuese distinto, que no encajara en su visión de hombre, que no encajara entre sus amigos. Nos gritábamos, nos insultábamos de todos los modos posibles; ya iracundos, nos mirábamos a los ojos y terminábamos haciendo el amor. No puedo negar la exquisita sobredosis de adrenalina que eso tenía. Comprendí que las palabras amables entre nosotros habían dejado de existir; Ella no lo vio igual. Como en toda separación nos repartirnos los amigos; el que perdió fui yo, porque mis amigos también eran su familia.
Un día la vi a lo lejos, feliz y creando a su alrededor esa aura magnética a la que no pude resistirme. Al verla, entendí que Ella es demasiado independiente para dedicarse a mí.
Tom me aconsejó, me criticó, me hirió con sus palabras y finalmente dejó que cayera al abismo. Es fácil ver las carencias de los demás cuando tú te sientes completo; y él lo estaba. No lo juzgo ¿Cómo podría hacerlo? Es mi gemelo. Sé que su incomprensión me dolió entonces y me volvió a doler cuando entendí que tenía razón: Yo no puedo ser diferente para encajar en la vida de alguien; por mucho que ame.
Sin embargo, ahora estoy aquí, en Alemania, nuevamente frente a la primera y la que me marcó la vida por completo. Me siento vulnerable y dolido, aún así sigo intentando mostrar al Bill que soy, al que he creado a base de lágrimas y mucho dolor, porque no puedo volver a ser ese otro, el que existió en aquel tiempo: En el que me querían princesa.
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N/A
Este escrito estaba en mi “ideario” desde hace un tiempo, es una idea que tenía y he querido dejarla un poco en metáfora, porque no soy tan soberbia como para pensar que mis ideas sean la realidad de la vida de Bill, pero creo que si sirven para contar algo y para tocar el alma de alguien, están bien escritas. Espero que la disfruten.
Un beso
Siempre en amor
Anyara










9 comentarios:

  1. Qué no sería capaz de hacer Bill por amor? Es una fantasía fascinante.

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    1. La verdad es que creo que todos nos "cegamos" en algún momento, cuando el corazón se empecina por alguien...
      Le he agregado algunas cositas, quizás la quieras repasar.
      Gracias por leer y comentar!! ♥

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  2. Cuanta verdad tiene, en que la gente tiene que cambiar x gustarle a alguien y no es asi, me encanto ��

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    1. Muchas veces queremos ser lo que pensamos que ese alguien ama, así como también llegamos a pensar que podemos cambiar a alguien. Para mí eso es un error y de los que duelen...
      Muchas gracias por leer y comentar, cariño... se me pasó etiquetarte ^///^
      Muah! ♥

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  3. Al leerlo es dificil no recordar esas etapas y pensar en lo dificil q fue para el como ser humano, mas siendo tan joven y expuesto a los reflectores, el pobre ha pagado caro cumplir sus sueños, ojala y con lo vivido y aprendido encuentre un amor q le llene de felicidad.

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    1. Estoy convencida de que ha sido así, muy difícil, más aún el encontrarse a sí mismo. Los chicos que comienzan tan jóvenes con trabajos como este creen que saben lo que es mejor para ellos, pero siempre existen personas manipuladoras que sacan provecho.
      Encontrará un buen amor, estoy segura ♥
      Gracias por leer y comentar!! ♥

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  4. Pues te cuento que hoy pensaba en ese Bill que ha soportado mucho dolor y en el que se ha reinven tado después de vivir algo tan complejo y de pronto sonreí ahora es más fuerte

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    1. Todo lo que nos sucede en la vida está ahí para nuestro beneficio, así, en nuestra mente pequeña (de niños), no lo entendamos ♥

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  5. Me encanto tu escrito, es muy cierto en todos los aspectos, mientras lo leía no pide evitar pensar en Bill, en lo difícil que ha de haber sido todos sus diferentes cambios y la causa de ellos, sin duda alguna todos crecemos y cambiamos y con ello maduramos y miramos desde otro punto de vista las cosas. En lo personal miro mas fuerte a Bill y feliz de como es ahora, silo espero que encuentre a alguien capaz de amarlo como el quiere que lo hagan, porque solo basta verle, para darse cuenta lo maravilloso que es, y no hablo de su físico, sino de su alma.
    - Ana.

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