Capítulo XXIX
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Caminaba con prisa hacia la sala de descanso del hospital.
Me moría de hambre y de sueño, necesitaba con urgencia el mal café de la
máquina. A la distancia vi a Benjamín, que me hizo un gesto con la mano a modo
de saludo. Le sonreí y luego miré al suelo, sabía que él iba a leer en mi
rostro el secreto que debía guardar, y es que a pesar de saber que estaba mal
el entablar una relación con Bill, no podía quitarme la sonrisa de la boca ni
aunque me comiese un limón entero.
—Te he dejado un mensaje —comenzó Benjamín, cuando llegué
hasta la puerta de la sala de descanso.
—¿Sí? Vaya, no lo he visto —busqué mi teléfono en el
bolsillo de la bata.
—Sí, era para saber si te venías conmigo a una conferencia
sobre dependencia emocional —me quedé mirándolo fijamente ¿De verdad la
conferencia trataba de eso? ¿Se burlaba de mí?
—¿Cuándo? —pregunté.
—Mañana ¿No te llegó el mail con el aviso? —inquirió.
—¿Eh? Supongo… —volví la mirada a mi móvil y entré en la
sala.
—Me parece un tema interesante para recordar —continuó.
Sabía que no era una casualidad que me lo dijera.
—¿Ah, sí? —lo miré, sonriendo con cierto sarcasmo— ¿Estas
teniendo alguna transferencia emocional con algún paciente?
—No, yo no… una amiga —alzó las cejas—. Quizás la conozcas:
uno setenta, piel clara, ojos marrones… bueno, casi pardos…
—No, no, no me suena de nada —ironicé.
—Bueno, no me extraña, anda algo pérdida últimamente —dijo,
mientras echaba unas monedas a la máquina de café.
—Eso dirás tú —me crucé de brazos en una clara manifestación
de defensa.
—Y tu madre, digo, y su madre —rectifico, para seguir en el
plano especulativo— que ayer me llamó para saber si estaba con esta amiga.
Mi madre, seguro que al no responder sus llamadas intento
contactar con Benjamín, como si él fuese una especie de rescatista o algo así.
—Pues quizás la madre de tu amiga debería acosarla menos —me
defendí, tomando de la máquina el café por el que Benjamín había pagado.
—¿Eh? —se quejó, y le puse en la mano las monedas para otro
café— Serás…
—¿Qué? —esperé por la respuesta.
—Ese tiene doble de azúcar —me aclaró, así era como tomaba
él el café.
—No importa, hoy necesito doble de azúcar —aclaré.
Me senté a la mesa y comencé a beber. Benjamín lo hizo un
minuto después.
—Ahora, enserio ¿Dónde estuviste ayer en la tarde? —preguntó
directamente.
En mi mente se agolparon toda clase de sensaciones, imágenes
y emociones. Todas llenas de una carga erótica tan fuerte, que me vi obligada a
cruzar las piernas y echarme atrás en la silla para calmarla.
—Me levanté tarde y salí a correr —mentí de forma flagrante.
—¿Y no podías contestar a tu madre? —insistió con el
interrogatorio.
—Dejé el teléfono en casa —continué con las mentiras.
—Mhmm… —estaba claro que Benjamín no me creía. Nos observamos
durante un momento, en el que yo no cedería y él no me creería. Así que
finalmente rompí el silencio.
—¿A qué hora es la conferencia? —pregunté, bebiendo un poco
más de mi café extra azucarado.
—A las seis —contestó con la misma puntualidad con que yo
formule la pregunta.
—Bien —acepté la información— ¿Dónde?
—En el centro de la universidad —me explicó.
—Nos encontramos en el aparcamiento ¿Te parece? —le ofrecí.
—Claro —su tono había dejado de ser amable. Benjamín sabía
que le ocultaba algo, pero eso no significaba que se lo fuese a decir.
Bebí otro sorbo de café y me puse en pie para seguir con mi
turno.
—Tienes razón, esta es demasiada azúcar para mí —le sonreí y
me marché, sin esperar a su réplica.
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—¿Y dices que esto lo grabaste ayer? —me preguntó Tom,
cuando termino de escuchar por segunda vez la canción que le había puesto.
—Sí —no entendía qué era lo que le sorprendía tanto, ahora
mismo me parecía una canción oscura y melancólica.
—Ha quedado genial —dijo, soltando el lápiz que sostenía en
la mano sobre la mesa de sonido.
—No sé yo —contesté, comenzando a pasearme por la
habitación. Necesitaba un cigarrillo, o tomar aire, o salir por ahí de compras;
cualquier cosa que me mantuviese ocupado.
—¿Te pasa algo? —preguntó mi hermano, girando la silla para
mirarme directamente.
—No —respondí con rapidez— ¿Por qué?
—Te ves ansioso —sonaba calmado, pero yo sabía que Tom sólo
estaba tanteándome, esperando a que le enseñara mi punto débil.
—Ideas tuyas —dije, tomando un cigarrillo del mueble. Notaba
como él continuaba mirándome mientras lo encendía.
Nos mantuvimos en silencio un poco más.
—Entonces ¿Crees que la pista es buena? —pregunté, volviendo
a la canción.
—Claro. Es melancólica y emotiva… muy tú —dijo, con simpleza.
No supe si sentirme contento por el modo en que me conocía, o triste por lo que
había descifrado entre notas.
—Mhmm…
Tom se giró hasta la mesa de sonido y puso la canción
nuevamente. Ahí estaba mi voz, clamando una oportunidad a la vida.
Mi teléfono sonó, y noté como se me disparaba el corazón.
Seele y yo nos habíamos separado con un: te llamaré, por parte de ella. Miré la
pantalla, pero no era la llamada que esperaba.
—¿No vas a responder? —preguntó mi hermano.
—Sí —dije, saliendo de la sala de sonido. Una vez en el
pasillo, vacilé entre contestar o cortar la llamada. Finalmente la respondí—.
Hola Eglé —saludé.
—Hola, estaba
esperando tu llamada —habló, con cierto mimo característico en ella.
—Sí, lo siento, he estado un tanto ocupado —intenté
disculparme, aunque en realidad había intentado aplazar la llamada. Eglé era
una chica dulce, amable y llena de cualidades que cualquiera podría disfrutar.
—Bueno, no importa…
¿Eh? —hizo una pequeña pausa en la que probablemente esperaba a que yo
tomara la iniciativa de la conversación. Cerré los ojos, recordándome que ella
aún no pertenecía a Luther. Por un momento pensé que quizás podría desprenderme
de esa obligación, liberarme de ella y no seguir viendo a Eglé, pero entonces
Tom me llamó desde el interior de la sala y la carga de el secreto tan terrible
que me guardaba Luther, pesó en mi espalda un poco más.
—¿Tienes algo que hacer más tarde? —pregunté, eludiendo a mi
consciencia.
—Después de la sesión
de grabación quedo libre —respondió, con lo que parecía una sonrisa.
—Bien ¿Nos reunimos en el café de siempre?
—Perfecto —su
alegría era evidente.
—Nos vemos entonces —fingí la misma alegría.
Corté la llamada y me quedé mirando el teléfono. Mentir
parecía tan fácil, tan habitual, que me costaba diferenciar mis sentimientos reales
de los imaginarios.
¿Se podía quedar vacío de sentimientos? ¿Se podía,
simplemente, “sentir” por costumbre?
A veces creía que sí, quizás hasta hace unos días atrás
pensaba que sí, pero ahora sabía que los sentimientos reales también existían y
yo los traicionaba cada vez que mentía. Le di una calada profunda al cigarrillo
que se consumía en mi mano. La ansiedad me estaba comiendo el estómago y era un
síntoma que no podía permitirme, porque el descontrol venía después.
Necesitaba de Seele de un modo visceral y extraño. Únicamente
podía compararla con una nueva adicción y lo terrible de las adicciones es que
te consumen hasta que no te reconoces. Y presentía la catástrofe, pero incluso
el preludio de una catástrofe puede ser hermoso.
Tom volvió a llamarme. Solté el humo con fuerza, buscando
eliminar con él todo rastro de angustia, y entré.
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Los besos de Eglé eran invasivos, algo desesperados, pero
carecían de pasión; más bien poseían ímpetu y decisión. Sus labios, suaves y
llenos, acariciaban los míos con impaciencia y algo de mal humor. No estaba
seguro de si se debía a mi negativa a quedarme con ella esta noche, o a la
estricta posición de mis manos en su cintura. Sus brazos insistían en colgarse
de mi cuello, pegando nuestros cuerpos sin reserva. Terminé el beso con toques
cortos, esperando a que ella aceptara esa pequeña distancia. Aún permanecíamos unidos
por el abrazo.
—Parece que no quieres estar conmigo —dijo, utilizando una
vez más su voz mimada. Me miró con coquetería y dulzura entremezclada, y no
podía negarle ese atributo, aunque no fuese algo que a mí me atrajese.
—Ha sido un día largo —me disculpé, sonriendo mientras le
acariciaba la mejilla.
La peor parte de mí había tomado el control, esa que engaña
y seduce sólo para obtener una meta.
—Mhmm… —emitió un sonido que apoyaba su queja.
—Vamos, regálame una sonrisa —le pedí, acariciando la
comisura de su labio con un dedo. Eglé intento renegar del gesto alegre que
comenzaba a llenar sus mejillas pero finalmente perdió.
—¡Ah! —se quejó, ya riendo— ¡Siempre lo consigues!
Sonreí, y fuimos soltándonos del abrazo. Miré la hora en mi
reloj, pasaban de las diez de la noche.
—Tengo que irme —le dije. Ella suspiró, resignada, y caminó
hasta el recibidor trayendo consigo una tarjeta que me entregó.
—¿Y esto? —pregunté.
—Es la invitación a una pequeña reunión en mi nueva
productora —la sonrisa le iluminó hasta los ojos. En cambio yo noté como el
pánico me recorría en cuestión de segundos, desde los pies a la raíz del cabello
¿Y si en esa invitación no estaba el nombre que yo esperaba?
—No me mencionaste nada de tu decisión —dije, abriendo el
sobre.
—No me habías llamado —se excusó, y me acusó de paso. Falló
mío, no debí abandonar mi trabajo con ella antes de tener todos los cabos
atados.
—¿Ya firmaste? —pregunté, fingiendo una tranquilidad que no
tenía.
—Ahmm… —alargó el sonido, jugando a mantener mi atención.
—Vamos, dime —le coqueteé descaradamente, inclinando un poco
el cuerpo hacia ella. Sonrió de ese modo evidente y confiado que ya había
aprendido a conocer.
—Bueno, aún no —confesó sin mucha dificultad. Miré la
invitación y esta pertenecía a una productora que nada tenía que ver con
Luther. La estaba perdiendo.
—Vaya —mostré mi desilusión, aunque ésta tenía sus raíces en
algo muy distinto a lo que Eglé creía.
—¿Decepcionado? —preguntó, con tono cantarín y mimado.
—No, tienes derecho a hacer lo que quieras —dije, caminando
hasta el sofá para tomar mi chaqueta. Adopté mi mejor postura de divo—.
Simplemente pensé que querías pasar más tiempo conmigo —me encogí de hombros—.
Veo que no es así.
Caminé hacia la puerta, comenzando a pensar en el siguiente
movimiento. Quizás debía plantearme ir más arriba, con su manager. No me
gustaba para nada la idea, pero Luther la quería a ella y yo no podía fallar.
—Es broma —se apresuró a aclarar. Noté una pequeña chispa de
alivio.
—Te digo que no me importa —fingí.
—No iré a esta reunión —dijo, rompiendo por la mitad la
invitación. Al parecer el papel de ofendido estaba teniendo efecto—. Tengo una
reunión con tu productora esta semana —me contó, paseando un dedo por la
hebilla de mi pantalón. A veces me preguntaba si Eglé no jugaba el mismo juego
que yo.
—Tienes que elegir con libertad —tomé su mano y la alejé de
mi pantalón. Le di un beso en la frente—Tengo que irme.
—¿Vendrás conmigo a esa reunión? —preguntó.
—Te llamaré mañana —no quise aceptar de inmediato. La
incertidumbre tenía ese efecto en las personas, las hacía desear lo que no
tenían asegurado.
Ella suspiró.
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Había pasado todo el
día resistiéndome a las ganas que tenía de llamar a Bill. Había llegado a
evaluar la posibilidad de presentarme en su casa con la excusa de una sesión.
Necesitaba verlo. Ansiaba verlo. Había entrado en internet sólo con la idea de
mirar una fotografía suya en el blog de alguna fanática obsesionada con él. Y eso
no había ayudado.
Dejé el móvil sobre la mesilla de noche, una vez más, ya
había perdido la cuenta de la cantidad de veces que lo había hecho. Lo miré y
este permanecía silencioso e inanimado; como debía ser. No sabía qué esperaba,
el día anterior le había dicho que lo llamaría, pero hoy había sentido miedo de
hacerlo, además ¿Por qué no había llamado él? También podía hacerlo ¿No?
Apagué la luz y me dejé caer en la cama. Ya estaba vestida
para dormir, así que intentaría hacerlo de una vez por todas, seguro que sería
más de media noche y al día siguiente tenía que levantarme temprano.
Tomé aire profundamente, llenándome los pulmones. Quizás si
hacía algunos ejercicios de respiración podría calmarme. Lo hice un par de veces
hasta que desistí. Lo único que poblaba mis pensamientos, de forma obsesiva,
era Bill. Estiré la mano y tomé el teléfono. Miré su nombre en la pantalla y
pensé que me merecía una foto para poner en aquel recuadro vacio. Resoplé,
notando como el corazón se me aceleraba ante la idea de llamarlo. Todo esto era
tan absurdo, si ya no era una chiquilla ¿Por qué me sentía como una?
Le di a llamar, porque debía ser valiente y enfrentarme a
mis miedos. A quien quería engañar, sabía que lo único que hacía era sucumbir
al deseo que tenía se escuchar su voz.
—Hola —saludé en cuanto escuché que respondían.
—Hola —sonó
tranquilo— ¿Aún despierta?
—Claro, de lo contrario no te llamaría —contesté, sonando
más ruda de lo que quería.
—Pensé que estarías
dormida, como tienes la luz apagada.
—Bueno, la tengo… espera —me senté en la cama— ¿Cómo sabes que
tengo la luz apagada?
Me lancé a la ventana de inmediato.
—¿Qué haces ahí? —le pregunté, mirándolo de pie frente a mi
edificio.
—Esperar —respondió.
—¿A qué? —noté como la impaciencia y la ternura se
apoderaban de mí.
—No sé… a ti… —contestó.
Suspiré, él también.
—¿Quieres subir? —pregunté finalmente. No me dio una
respuesta verbal, pero el estómago se me contrajo cuando lo vi bajar el
teléfono y cruzar la calle.
Me puse en pie de la cama y me notaba temblando como una
chiquilla nerviosa. Fui hasta la cocina y bebí un poco de agua, para ese
momento Bill ya estaba llamando a la puerta con dos golpes rápidos. Me pasé la
mano por el cabello, buscando ordenarlo un poco. Abrí y él estaba ahí de pie
¿Cómo debía saludarlo? ¿Debía darle un beso o con un simple “pasa” bastaría?
La respuesta llegó clara y concisa por parte de él. Me
enlazó por la cintura de un modo tan preciso que sentí miedo de lo bien que
conocía mi cuerpo. Su boca tomó la mía, quitándome el aire cuando toqué con la
espalda la pared. Tuve un momento de lucidez en el que razoné unos cuantos
motivos para separarme de él y reclamarle, pero dejé que ese momento se
diluyera junto con el razonamiento para obedecer ciegamente a mi instinto y
enredarme a Bill.
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Continuará.
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N/A
Bueno, aquí se han
visto algunos puntos que quizás habíamos olvidado en medio de la miel de los
últimos capítulos. Espero que no haya sido demasiado violento. Vamos a ver cómo
sacamos adelante este “bache”
Muchas gracias a
todas por leer y comentar. Pronto responderé los comentarios anteriores.
Un beso.
Siempre en amor.
Anyara
Wow que capi más revelador!!! La parte en que Bill piensa que tiene que ir por el manager me asustó!!! Que haría para convencerlo??? Uyyyy me dejó pensando. Me encanta que haya ido a verla tan de noche y estuviera esperando encontrar el valor para subir y estar con ella!!! Pobre Seele en cierto modo me da pena, está demasiado perdida en Bill ya como para razonar. Y su trabajo?? Y las terapias??? Qué pasará??? Besos y abrazos.
ResponderEliminaruyyyy >.< ya no pueden controlar sus emociones, la necesidad de estar juntos es permanente >.< y eso me encanta...
ResponderEliminarYa se ve los cambios en ellos, ahora Seele deja de lado su racionalidad para dejarse llevar en la pasion de Bill, me pregunto hasta que punto Seele llegara.
Y Bill, por fin comenzó a diferenciar las verdaderas emociones. Espero que deje de mentir y engañar... porque eso es lo que lo mantiene atrapado :(
Me super gusto el capítulo :) esperare el proximo ansiosamente ^_^
Besos
Wowwwww que gran bache la verdad jejejejeje me gustó el capi ya queria saber como iban a ser los siguientes encuentros y este fue genial... miedo de ambos de llamarse, asuntos que debe atender bill... y seele esperando que él fuera quien la llamase pero se sacudio el miedo y lo hizo... a veces me pongo a pensar.. en realidad no es siempre el hombre elq ue debe dar el primer paso sino que la mujeres tambien debe mostrar un poco de interes ... aunque las personas digan lo contrario jejejeje en fin me ha gustado un monton espero ansiosa como siempre la continuación... te quiero any...
ResponderEliminarUyyy pobre par, ambos tienen claro q esto no les traerá nada bueno pero ya no son capaces de escapar a sus sentimientos y emociones, será interesante ir viendo cómo cada uno resuelve, porque los compromisos de ambos son imponentes, Bill con Luther y Seele con su dilema profesional....
ResponderEliminarMe fascino cómo se gesta su segundo encuentro, ella insegura y derrumbada ante el ímpetú de Bill....ainnnccchhhsss q maravilla *__*
Gracias mi Any por la generosa dosis de capsulitas de estos días, Muaaakkkk
Bueeeeeeno, parece que a los dos les pidieron "explicaciones", aunque Benjamín ya sabe más o menos por donde van los tiros, ya que él presiente que la "ausencia" de Seele es por su paciente y ni modos Seele ha mostrar la profesionalidad ante tu amigo y colega...definitivamente un golpe bajo con eso de la dependencia.
ResponderEliminarMe resultan todavía raro esos encuentros entre hermanos, es decir la interacción entre ambos es muy escueta, claro entendiendo que en cualquier momento Bill siente que Tom lo pueda describir todo. Espero que Tom sea más receptivo con Bill, que lo lea más para que en por lo menos en un aspecto Bill se sienta libre.
Coqueto, audaz, manipulación a más no poder.... todo sea para que esa chica pertenezca a Luther. Lástima, el peso de la culpa es demasiado, urge que alguien le quite eso!
Me encantan estos encuentros con Bill tomando la iniciativa, con Bill dando sorpresas, con Bill besando y haciendo prisioneros esos labios, , ese cuerpo y esa voluntad. ..quiero un Bill así para mí!
Andrea, espero que la inspiración siga así de fluida porque nos traes capítulos de infarto!
Besos, Adriana.
No sabes cuan sorprendente fue la llamada y Bill mirandola desde afuera... yo kise gritar!! *Aaaaaahhhhh* bueno en realidad lo hice... jejeje!
ResponderEliminar"La respuesta llegó clara y concisa por parte de él. Me enlazó por la cintura de un modo tan preciso que sentí miedo de lo bien que conocía mi cuerpo. Su boca tomó la mía, quitándome el aire cuando toqué con la espalda la pared. Tuve un momento de lucidez en el que razoné unos cuantos motivos para separarme de él y reclamarle, pero dejé que ese momento se diluyera"
Ainssss.... y ahi se quedo mi ultimo suspiro al finalizar la lectura... fue un capitulo bastante emocionante para mi!! La locura y la pasion precedente a la tormenta!?? Ay no no kiero pensar!! Mejor espero ansiosa el siguiente..
Pd: besos y muchos abrazos megaapachurrantes!! Te quiero
Y cada quien continúa con su vida... Así es, ¿no? Ambos intentando retomar su realidad, aunque lo cotidiano ahí está, las situaciones son las mismas, pero hay algo que ha cambiado en ambos: Seele es evasiva con su amigo, Bill con Tom. Más allá que tratar de "esconder" su relación, es interesante el cómo cada uno irá encontrando las respuestas o las salidas a sus problemas. Eso tan solo lo hace la presencia del otro..., así, en silencio, se saben..., y se sienten, y se necesitan. El que él la haya buscado por la noche mientras ella no lo deja de pensar... ¡qué emoción! El amor callado, me fascina <3
ResponderEliminarLo único que no me gustaaaa.... Que Bill tenga dos relaciones al mismo tiempo, aunque una solo sea por apariencia, por presión, o extorsión; eso me pone mal, jajajaja. :D
Mil gracias Anyara. Muak!
Lia Luna
Muy interesante este capitulo, me gusta mucho la forma en como Benjamin ve a Seele sin duda es un lector de almas jejeje bueno a parte de psiquiatra, aunque si bien la conoce en parte respeta sus decisiones pero no la quiere ver caer demasiado bajo, aunque ya sabemos que ya es tarde aunque creo que le hace falta tocar fondo, en cuanto a Bill y la relación con la música me deja pensativa, una canción clamando una oportunidad a la vida, oscura y melancólica ahora la veía así por que considera que la oportunidad se le ha dado?, Seele su nueva adicción jejeje se dejara dominar por ella o podrá controlarla? Egle es solo un objetivo y una meta. Luther es la verdadera piedra en el arroz, ya veremos que pasa con este par, me pregunto que tan lejos quedara la casa de Seele de cafe donde vio a Egle, por que si la vio a las 10 de la noche cuanto tiempo estuvo afuera preguntándose si Seele dormía o si mas bien solo estuvo mirando las luces asta que se apagaron, nose que sucederá después de este encuentro efusivo pero ojala y Egle no le haya dejado su olor. Un fuerte abrazo, me encanto el capitulo.
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