viernes, 16 de octubre de 2015

Besos / Serie Erótica


Besos
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A veces me gustaría ser un mago en este tiempo en que la magia parece un juego de niños, o un hechicero de los de antes, de los que nos arrancaban verdades con brebajes o movían el tiempo con la luz de una mirada.
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Ya nos encontramos en la siguiente parada del tour. El frío se hace palpable en esta parte del planeta y las escasas tres horas y media de sueño no ayudan mucho a que el cuerpo esté preparado. Rusia es un hermoso y nostálgico país, de cierto modo me hace sentir como en casa, es una lástima que el cansancio no me permita disfrutar de las vistas como quisiera. Más tarde saldremos por ahí a recorrer los alrededores. Quizás algún día vuelva por estos sitios solo o, con algo de suerte, junto a ti. El pensamiento me alienta y me ensombrece casi de inmediato; me resulta imposible no tener los sentimientos a flor de piel cuando se trata de ti.
Hemos llegado al hotel, los gritos de unas cuántas personas que nos esperan me lo advierte. Me gustaría poder darles el valor que merecen, pero cuando el sueño ha sido escaso y el cuerpo avisa el cansancio, los gritos se me hacen molestos y se me clavan en los tímpanos. Noto que el humor se me ha agriado y me gustaría saber porqué. En el ascensor todo es silencio; mi hermano y Geo intercambian unas cuantas sonrisas y pullas que terminan en las manos. Yo sólo quiero aprovechar el par de horas con las que contamos antes de continuar con el día.
Nos despedimos a mitad de pasillo y dejo caer mi bolso en el suelo en cuanto entro a la habitación. Se nota cálida, como el resto del hotel. Tiro de las mantas para abrir la cama y dejarme caer en ella; necesito dormir y olvidarme de todo y todos. Marco una alarma y cierro los ojos, esperando caer en el mundo de los sueños. Pienso en la ropa que me podré más tarde, en preguntar si se ha solucionado el problema de la locación de dos días más y en medio de las ideas incoherentes que se agolpan en mi mente, apareces tú. No dejo de rememorar el último instante en que conseguí llegar hasta ti. En mi mente recreo el color del sofá en el que te encontrabas, las gotas de lluvia en el cristal, la puerta entreabierta. Arrugo el ceño y me giro sobre la cama, cubriéndome los ojos con la mano ¿Realmente existes? Esa idea se filtra a través del cansancio y por primera vez la siento como una posibilidad ¿Te he imaginado? ¿Qué es este sentimiento tan enorme que me abrasa el alma cada vez que te pienso? ¿Un sueño?
Pocas veces sentimos una desesperación tan enorme como cuando la mente confunde las emociones y nos acercamos a la locura.
Me pongo de pie y camino hasta la ventana, llevo mis manos a la cabeza y observo el horizonte  desde los siete pisos de altura en los que me encuentro; busco la nada absoluta para intentar encontrar en ella un resquicio de racionalidad.
En medio de la desesperación vuelvo a la cama y cierro los ojos apretando los parpados. Necesito encontrarte, tocar la realidad en la que sí existes para salir de ésta que me asfixia. Recreo los recuerdos que tengo en mi mente; las sonrisas que de vez en cuando me regalas y que atesoro como joyas; el brillo de tus ojos cuando se encuentran con los míos y el modo en que se oscurecen y se velan como el cielo antes de enseñar sus estrellas. Cierro los puños como si buscara asirme a esos recuerdos que mi cuerpo olvida y mi mente procesa hasta convertirlos en inútiles. No tengo nada de ti; ni una marca, ni una muesca que me ayude a saberte real. Me recojo como un gusano herido, enroscado en torno a la llaga que tengo en el alma. No, no puedes ser una fantasía, las fantasías no pueden doler tanto.
Rendido ya, dejo que mi cuerpo se relaje. Quizás consiga dormir algo, aunque el sueño no sea la cura a nada. Entonces te escucho respirar, el aire tibio que liberas choca contra mi rostro y toda la emotividad que no conseguía encontrar llega de improviso y me golpea hasta las lágrimas. Me ahogo y respiro con la boca abierta para sobrevivir y contener esta energía que me hará explotar. En un resquicio de mi mente me pregunto si pertenezco a este que soy, a este cuerpo que me atrapa y retuerce mi espíritu.
Extiendo una mano hacia ti y toco con la punta de los dedos la piel cálida de tu hombro que a pesar de estar desnudo no parece sufrir el frío. Lo acaricio con lentitud, sin mirarte a los ojos, observando únicamente mi acción, hasta que me rebelo y te sostengo por el brazo, te empujo contra la cama y me echo sobre ti. Tomo tus labios con un beso violento, desesperado; son tantos los besos perdidos, tantas las ausencias que no consigo expresarlo de otro modo. Abro mi ropa y la aparto lo suficiente como para liberar mi sexo. Mi erección es evidente, aunque no completa; incluso mi excitación está rota por la tristeza. Tiras de tu ropa y me ayudas a penetrarte. La entrada resulta torpe y agresiva; ni yo estoy erecto del todo, ni tú estás húmeda. Me empujo en tu interior hasta que nos hemos fundido. La salinidad de mis lágrimas se funde con la humedad del beso que nos damos y que se vuelve un lamento entrelazado. Contengo un gemido lastimero que no es de placer. Muevo suavemente mi cadera entre tus piernas; ambos nos hemos ablandado. Apoyo el peso en los codos y mis manos se hunden en tu pelo, enmarcando tu cabeza. Miro dentro de tus ojos, sin dejar de crear círculos invisibles en tu interior; el universo parece oscuro. Te vuelvo a besar y tus labios saben a sal, a remordimiento, casi a despedida ¿Podré vivir sin ti?
La sola idea me causa escalofrío.
—No, no, no. No pienses en eso —me suplicas, como si leyeras mi mente.
Vuelvo a besarte como un desesperado, queriendo arrancar girones de tu boca con cada presión de mis dientes sobre tus labios. Te quejas por la violencia; y sin embargo la entiendes y me aferras. Me empujo dentro de ti con tanta fuerza que parece que te quiero clavar a la cama; me duele la pelvis, pero aún así presiono. Suelto el aire cuando ya no puedo esforzarme más y ambos jadeamos.
—Hazlo —me dices con la respiración agitada—. Hazlo fuerte, por favor. Necesito que duela —el universo oscuro de tus ojos se ha convertido en un mar profundo, salino como el mío.
Vuelvo a empujarme en tu interior, como un obediente esclavo. Te sostienes de mis hombros y empujas hacia mí. Nuestros cuerpos tiemblan, unidos por la necesidad de estallar y agruparse. No importa cómo lo hagamos o el modo en que consigamos ese instante de luz. Te tensas conmigo dentro, te retuerces y comienzo el movimiento de adentro a afuera; lento al principio, hasta que la humedad de tu interior nos facilita la acción. Inhalo al salir y suelto el aire cuando vuelvo a entrar y golpearme contra las barreras de tu cuerpo. El proceso se repita cada vez más rápido. Sigo besando tus labios, hasta que los besos se convierten en intentos que no puedo concretar. Respiro contra tu boca y tú intentas entre quejidos tomar mi labio; es tan exquisito sentirte así, sentir que no puedes vivir sin mí. Quiero que consideres que nadie podrá llenarte como yo; que nadie, nunca, podrá brindarte esto nuestro que es único, así sea insano o perverso; doloroso o triste; dulce, brillante, hambriento, desesperado, atormentado.
—Oh, Dios —está por llegar—.Voy a estallar —te lo digo y te lo repito. Te abrazas a mí y te agitas. Todo mi cuerpo se tensa, me mantengo empujando en tu interior y te lleno ¿Notas mi semilla dentro de ti? Si supieras cuánto anhelo que germine, para que nada nos separe nunca, porque aunque tú y yo no volviésemos a encontrarnos jamás; tú y yo seríamos uno en la formación de un nuevo ser. Quizás, simplemente nos reproducimos en busca de la creación perfecta.
Sin quererlo, y para nuestra paz, hemos cedido el control a la lujuria. Pobre pecado mal entendido y despreciado.
Salgo de ti y conmigo parte de esa esperanza de unificarnos.
—¿Eres real? —te pregunto, condensando en esa frase todos mis miedos.
—Shhh… descansa.
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N/A
No sé si tengo que decir algo en mi defensa o si simplemente debo dejar que Erótica hable por mí. Esta historia consigue que el amor que le tengo a Bill toque un estado sublime que sólo puede vivir en mi alma, sin embargo me atrevo a decir que incluso a través de esta historia se convierte en algo real.
Espero que disfrutaran de esto (en todos los sentidos posibles)
Un beso.
Siempre en amor.

Anyara 

2 comentarios:

  1. UINS ahora que recuerdo el anterior pago no lo acepto por que lo envié desde mi celular bueno lo pago al rato. realmente es vivir con una esencia es curiosa esa pregunta ¿podre vivir sin ti? siempre llega a nuestra mente cuando amamos, pero mas aun cuando sentimos que estamos perdiendo a ese alguien, que te puedo decir me encanta asta el sentimiento de dolor, no es algo que diga que pueda sentir o experimentar ahora, ya que estoy contenta y con alguien a lado pero a pesar de ello casi lo entiendo. Saludos

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  2. Eres real? Ufff vaya interrogante, mientras leia recordaba una peli q vi hace poco sobre el subconciente y eso me hizo ver este cap desde la perspectiva angustiante de Bill, resulta casi dramatica esa sensación de no saber q es real y mas cuando se trata de ese amor soñado . * se seca las lagrimitas*

    Gracias por el cap, esta serie siempre me hace vivir todas las emociones q involucra

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