domingo, 1 de noviembre de 2015

Noche / Serie Erótica


Noche
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La habitación que te han dado en este hotel es hermosa. Su decoración brilla, a pesar de la oscuridad, bajo los tenues rayos que entran por la ventana. He entreabierto la cortina para que la luz enmarque tu cuerpo bajo la sábana. Te observo, con las manos enlazadas en la espalda y apoyada contra la pared. Tu cabello claro, se ha desordenado sobre la almohada que uno de tus brazos ha atraído hacia ti ¿En qué piensas cuando te vas a la cama? ¿En qué piensas en ese momento, ese segundo en el que te entregas al insondable mundo de los sueños?
Pareces tan vulnerable, tan dulce, que es imposible no mirarte con ternura ¿Cuántos besos habrás regalado hoy? ¿Cuántos abrazos? ¿Cuántas veces te habrás sentido emocionado por las palabras de alguien que no soy yo?
El tic tac en este reloj que marca el tiempo que me queda junto a ti es cada vez más ruidoso. Incluso, algunas veces, se vuelve enloquecedor.
A veces, sin saber cómo, ni por qué, tu alma toca la mía desde la distancia inimaginable y a la vez inexistente en la que nos hallamos. Extiendo la mano y rozo la textura de tu universo; cosquillea en mis dedos y me acepta. En momentos como esos tiras de mí desde la misma raíz de mis pensamientos y me basta parpadear una vez para estar a tu lado.
Cuando eso sucede, sé que me necesitas. Luego, todo se tiñe de realidad. La realidad me duele, me ahoga, me convierte en una maraña de sensaciones irracionales y dolorosas.
Hoy te he visto sonreír a alguien; lo has hecho mirándola a los ojos y en el centro de mis emociones he sentido que me desgarrabas, del mismo modo cruel en que me arrancaste el alma aquella otra noche; en Las Vegas.
No, mi amor; tú no sabes lo que yo siento cuando otra persona te besa o te abraza. No sabes la desolación inmensa que me corroe desde la venas, cuando tus ojos se detienen en alguien y me pregunto si ese es el momento en que el reloj dejará su tic tac.
A veces, en medio de las locuras que gesta la mente, me imagino apoderándome de alguien que viva en tu mundo; alguien que me aferre a este lugar, para poder permanecer a tu lado. Sin embargo, sé que eso no me garantiza tu amor. Nada, nunca, lo hará.
Te miro, tan indefenso y entregado a tus sueños e ilusiones, que se me parte el corazón por todo lo que yo sí sé. Vives en un mundo hecho de fantasías inconexas, en que el único pegamento es el amor.
Te giras en la cama, resguardando el espacio que tienes reservado para mí. Ahora mismo podría acostarme a tu lado y abrazarte para acunar mi rostro en tu pecho y llenarme con tu calor, pero me resisto. No, no quiero seguir anhelando algo que con el amanecer se diluye de entre mis dedos, porque aunque tú no lo sepas, mi alma está anclada a mi propio paralelo y venir aquí es cada vez más peligroso.
Es increíble pensar en que puedo atravesar el universo para mirarte, y aún así, a pasos de ti, no puedo tocarte. De pronto, abres los ojos y me miras. Tus preciosos ojos, adormecidos por el sueño, aún no te explican lo que ves. Sí, soy yo, mi amor; no te lo preguntes más. Este es el momento en que abandono mi razonamiento y mi pudor; lo abandono todo, y me acerco a ti para que me sientan en la carne, en el hueso y luego, cuando no te quede nada más, me sientas en el alma. Sin embargo hoy estoy estática. Tus ojos se cierran nuevamente y es muy posible que mañana me pienses como un sueño. El aire que he contenido se me escapa en un sollozo y sólo entonces descubro que estoy llorando. No, mi amor, no puedes imaginar el dolor que se siente cuando aquello que amas está tan lejos de ti. Me gustaría encontrar cobijo entre las mismas sábanas que ahora te abrigan, pero no es posible; sin embargo lo espero. Me acerco hasta ti y abro las sábanas para que me permitan tomar una parte de ti que siempre me acerca a tus emociones; pocos son los que conectan el sexo con el alma. Lo descubro y veo que de tanto en tanto palpita como tu corazón. Mis dedos lo recorren, desde su raíz, hasta el sitio en el que descansa sobre tu muslo. Hoy estás desnudo, como si me esperaras, como si imaginaras que podría venir a ti. Son tantas las migajas que nos dejan los mundos sutiles para encontrar el camino y no las vemos, no reparamos en ellas, las ignoramos como si fueran meras coincidencias en un infinito en que las coincidencias no existen.
Te rodeo con mis labios y siento como tiemblan; no, no te confundas, no es la cercanía con tu sexo lo que me intimida, es la emoción inmensa de tenerte, de tocar una parte tan íntima de ti a la que pocos acceden. Es tenerte, aunque sea de este modo.
Rodeo tu sexo con mis labios y encajo la punta de éste en mi boca. Te escucho murmurar una súplica entre sueños, sé que me pides más de algo que ahora crees una fantasía. Avalo tu suplica, permitiendo que te adentres un poco más en mi boca hasta que tocas mi garganta. Sostengo tu cadera que se alza, casi sin voluntad, en busca de más contacto, de algo que necesitas como el aire.
No es suficiente para mí el sólo lamer tus deseos; necesito arrancarte de cuajo todas las miradas, anhelos y deseos que has compartido con otros y hacerte mío de nuevo, otra vez. No puedes entender el dolor que me causa tu entrega y tu amor por los demás; sí, soy egoísta, soy inmundamente humana.
Me monto sobre ti y te sobresalto; necesito que tu sexo arda y se erecte hasta que pueda clavármelo, para quemarnos juntos en esta pasión que no muere, ni siquiera transmuta; sólo se  endurece como el metal golpeado después de la llama.
Tus ojos se abren y mi pecho se expande lleno de amor. Caigo hacia ti y te abrazo. No sabes, no entiendes, que abrazarte y morirme en ese abrazo, es lo único que consigue que mi corazón siga latiendo a un compás admisible. No, no lo entiendes; y nunca conseguiré que lo hagas, porque aunque tú no lo creas, yo sí te he perdido, tú a mí, sólo no me has tenido.
Alzó la mirada y me encuentro contigo. Cuando te miro así, tan de cerca, tan enfocado en mis ojos, recuerdo al que fuiste en mi mundo, a ese que me amaba y que de pronto, en un suspiro, se alejó de mí como el viento que pasa y te deja con la melena alborotada y sin capacidad se comprender lo que ha sucedido. Eres como la naturaleza que te atrapa en su vorágine y luego te deja caer desde la altura y que desde su salvaje visión de la vida, no comprende que no puedas sobrevivir.
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N/A
Uno más de Erótica, nacido de una imagen que vi a las 6 de la mañana y que me llevó hasta él en las horas siguiente.
Espero que les guste y que puedan comprender el alma de esta serie.
Un beso
Siempre en amor
Anyara

4 comentarios:

  1. Nose que decir de pronto me encontré transportada en una terrible nostalgia, ese sentimiento de saber que el amor existe pero que las circunstancias o el mismo tiempo u espacio nos impiden estar en contacto. Hoy me identifico tanto con ella, esa sensación de te tengo pero no eres mio. De cuanto te amo pero por derecho cada quien tiene su propia libertad.

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  2. Es tannnnn hermosamente nostálgico... esa sensación de pertenencia de que " quiero que seas mio pero no se puede"... tienen tanto esta serie... me encanta... besos mi any...

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  3. Lo he vuelto a leer.Me gusta tanto cuando las vivencias las narra ella. Esa frase :yo si te he perdido,tú a mi,sólo no me has tenido.No sé,me ha llegado a lo más profundo.Tal vez me identifico en alguno de esos momentos tristes e irrecuperables de mi vida.Siempre me dejas con esa extraña mezcla de anhelo,tristeza,felicidad y plenitud.

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  4. Cuantos sentimientos encerrados, este quizas es de los caps mas llenos de nostalgia, de esa frustracion de querer sin poder concretar.

    Hermosamente logrado mi querida Any *--*

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