domingo, 19 de julio de 2020

Ensoñación — Serie Erótica




Ensoñación
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Admirarte mientras duermes siempre ha sido un acto de profundo amor para mí. Me gusta mirar los matices en tu rostro, notar el modo en que varía tu respiración, según sea aquello que estás soñando y la forma en que cambia tu energía. Existe una fina capa entre los mundos que recorres en sueños y la realidad que ha creado tu mente para darte un sostén y cuando te veo dormir esa capa es tan delicada que intento contener el aliento con tal de no romperla y despertarte al sueño real. No sabes la belleza que implica ser observadora de tu delicadeza en ese momento en que eres vulnerable y todas las posibilidades del universo están en ti, las puedes tocar a través de las creaciones que recorres en el espacio astral sólo por desearlo.

Suspiro muy bajito.

Llevó largo tiempo mirándote, quizás horas. Al principio me deleité observando las figuras que crean los lunares de tu espalda, podría resumir variadas constelaciones en ellos, observadas desde múltiples perspectivas del universo, cada una de ella me muestra una característica y una posibilidad para tu camino. Sin embargo, yo sólo me quedo mirando como adornan tu piel, conteniéndome para no tocarla y besarla hasta desfallecer. También consigo ver el tatuaje de tu nuca, que es como un recordatorio permanente de tu rebeldía y por el costado de tu cuerpo se adivinan algunos trazos de aquel otro dibujo que te lleva a inmortalizar el ciclo constante de este viaje.

De pronto te remueves y yo contengo el aliento, creo que te he despertado y experimento desconsuelo y ansiedad al mismo tiempo; desconsuelo porque ya no podré seguir contemplándote como hasta ahora y ansiedad, porque deseo tenerte. Sin embargo, te das la vuelta aún dormido, el sonido de las sabanas siguiendo el movimiento de tu cuerpo se me antoja sensual e íntimo, algo que muy pocos conocerán y apreciarán. Mantienes los ojos cerrados y no puedo evitar maravillarme por la hermosa inocencia que expresas, así dormido.

Quiero besarte —pienso, al observar el gesto de tus labios unidos, relajados y franqueados por los brillantes aros que has puesto en ellos y que me gusta llamar custodios, porque me parecen un símbolo de fuerza que marca distancia, para que tu boca sólo sea tocada por besos sinceros, como los que deseo poner en ella. Detengo mi atención un poco más abajo, en el lunar junto a tu labio y hasta puedo recrear su forma en la yema de mis dedos, lo mismo que la textura de la barba que llevas más larga desde hace unos días.

Tomas aire profundamente, aún dormido, como si algo en tus sueños te emocionara y puedo visualizar colores en tu aura, hoy brillas maravillosamente en azul, entremezclado con trazos anaranjados, amarillos y violetas, que componen un hermoso cuadro que recuerda a los colores del atardecer y entonces creo que me has traspasado la emoción a mí.

Te amo —consigo pensar y tus labios curvan una sonrisa, como si en sueños leyeras mis pensamientos.

En ocasiones creo que nada que pueda explicar con palabras conseguiría describir la magia de lo que veo en ti. Para mí eres todos los colores, todas las acciones, todos los pensamientos que las crean, todos los significados que poseen y todas las ramificaciones que crean, lo sé dentro de mí, en aquella zona de certezas de la que hablo y que sólo encuentra cabida en el alma.

Acerco una mano hasta ti con suavidad, no busco tocarte, al menos no a tu Ser material. Acaricio el espacio que te rodea, ahí dónde se forman los colores que emites y la magia cobra sentido. Me emociono profundamente cuando consigo ver el plateado en tu aura, no es algo que cualquiera pueda visionar y eso me lleva a comprender que hoy, en este segundo, en este instante del Universo, tú y yo podemos cruzar más allá.

Inspiro el aire y me embriago de tu aroma, hoy hueles a naranja, ylang ylang e incienso, cierro los ojos y percibo el contacto de tu energía en la palma de mi mano.

Bill, mi amor, viajemos.

Nos veo de pronto en mitad de un atardecer que se compone de los colores de tu energía, pero hay más, nos rodean luces como luciérnagas plateadas y brillantes, parecen estrellas que se mueven en torno a nosotros y que se multiplican ante tu risa. Me emociono hasta las lágrimas, hay un hermoso momento de creación en aquello que experimentamos, tanto así que mis propias lágrimas se suman a las luces como cristales que la reflejaban.

—¿Qué es esto? —pregunto, recibiendo una de mis lágrimas en la palma de la mano.

—¿No lo ves? Somos nosotros —respondes, como si lo entendieras todo.

Tomas mi mano y el contacto es tan profundo que pierdo el aliento, es como si sintiera cada trazo de energía que compone la piel de ese toque, las arterias que la irrigan de sangre, haciéndola cálida y firme, los huesos que le dan sustento. Siento, incluso, el palpitar de tu corazón en aquella extensión de ti. Mis pensamientos se han mantenido tan inmersos en el contacto de tus dedos, que no soy consciente de que nos movemos por el aire, nos movemos con cada respiración, como si fuese un impulso que nos lleva a transitar de un lugar a otro en lo que parece un infinito, nos trasladamos tal como hacen las golondrinas que vuelan y cantan en las tardes de verano, entre los colores de atardeceres como el tuyo.

—¿Dónde estamos? —te pregunto y tu sonríes, creando con ese sólo gesto una nueva ola de energía que me atraviesa y me estremece.

—En mí —dices y sólo puedo reafirmar tu sentencia.

Te vas acercando y lo primero que siento es tu otra mano en mi cintura, su toque es tan asombroso como el anterior, incluso más. Percibo el modo en que todo lo que eres me toca y se extiende más allá del contacto de tu mano, se ramifica por mi cadera, ingle y costilla, puedo ver la luz que compone el toque y el modo en que ilumina en mí todo lo que alcanza y me recreo en esa sensación como si tuviese la eternidad para definirlo. Sin embargo, nada me prepara para el acoplamiento de tu pecho y el mío, de nuestras piernas enredándose y del beso que pones en mis labios. Me quedo atrapada en cada contacto, en el modo que se extiende por mí como energía pura hasta que ya no puedo contener mis emociones y éstas se disparan, estallan, rodeándonos de colores que no sé nombrar.

Cierro los ojos y cuando lo hago te veo en la cama, aún duermes y sonríes y has puesto tu mano sobre la mía. Mi corazón está calmo, a pesar de las emociones, todo mi cuerpo está en vigilia, sé que la ensoñación aún no ha acabado. Cierro los ojos y vuelvo a vernos abrazados y envueltos en rayos de colores y luz.

No lo creí posible —pensé

Lo es —respondes y comprendo que puedo oírte en mi mente. Mi amado pleyadiano, otra vez  me rondas.

Suspiras, cuando lees también ese pensamiento y tu suspiro me llena el pecho y me traslada todo lo que sientes cuando te reencuentras a ti mismo en este espacio, hemos creado sincronía en un lugar de amor en el que somos dos y uno.

Amor— Amor— Amor

Cierro los ojos y te veo en la cama, ahora tú me miras también y me acercas a ti, tirando de mi cintura, el mismo gesto, la misma cercanía, aunque tu cuerpo es ajeno al mío a pesar de la proximidad, el calor y la entrega. Nuestras piernas se enredan y noto como buscas entrar en mí. Tus ojos se han velado por el deseo y la desesperación que sientes por recuperar algo de lo que hemos visto, más allá del velo.

Te siento dentro y pierdo el aliento, todo parece exquisito, caliente y hecho para perdernos en el placer, pero ambos estamos desconectados, nos sentimos ansiosos y carentes.

—Cierra los ojos —te pido, deseando que tal como en nuestros sueños, seas capaz de leer más allá de mis palabras.

Nos volvemos a encontrar en este otro plano y nos recuperamos. Todo lo que gesta mi mente  es todo lo que viene desde la tuya y aquí somos amor. Las emociones que se generan por nuestros movimientos han creado ondas que viajan entre nosotros, pasando de uno a otro sin hacer distinción, me cuentan tus miedos, tus anhelos y tus alegrías, y sé que te transmiten todo aquello que a veces, por miedo, me callo.

El amor es la llave que abre las almas ¿Estamos preparados para ello?

Noto la piel levantada, el vello en ella se me erizan, emitiendo la energía que las emociones me producen, trasladándolas al campo que nos contiene. Te siento en mi interior del modo físico que hemos experimentado tantas veces, tú también me sientes y te remueves creando girones de sensaciones, conozco el placer que me produces y comienzo a reconocer el placer que yo te doy.

Oh, amor ¿Así te sientes? —cuestiono, cuando tu placer me aborda.

¿Así te sientes tú? —escucho tu propia pregunta y sonrió, expresando tu misma sonrisa.

En esta forma de unión hay suspiros, jadeos, gemidos contenidos y caricias, pero hay más. Siento como tus pensamientos me abordan y me muevo cómo ellos desean. Tú, en cambio, adivinas mis propios anhelos y los gemidos se convierten en exhalaciones de pura tensión, emoción y goce que salen de ambos, casi al unísono, creando una sinfonía y una hermosa capa de energía dorada que nos rodea y nos fortalece.

Me recuerda al ámbar de tus ojos —pienso, en medio de las oleadas de vértigo que siento. Tú ríes y luego exhalas sobre mi pecho y tu aliento me toca el corazón, haciéndolo bombear más rápido.

Todo lo que somos comienza a aliarse, tus manos se enlazan, traslúcidas entre las mías, hemos abandonado la materia rígida que nos compone. Tus toques ya no están sólo en mi piel, también bajo ella, entre ella y son ella. Por un momento entiendo a todo lo que vive.

Lo sientes —te escucho en mi mente, eufórico.

Cierro los ojos y te veo, tienes el rostro enrojecido por el esfuerzo y la pasión. Tus movimientos me llevan a pasos del clímax y por el modo en que sostienes mi cadera para embestir, sé que tú también estar por alcanzarlo. Cierro los ojos y la energía que nos compone ha creado una espiral doble que de un lado sube y del otro baja, formando ondas que parecen sustentar todos nuestros anhelos, están ahí, somos nosotros. La luz que nos rodea es cada vez más brillante y se contrae en torno a nosotros atraída por nuestro amor como si éste fuese gravedad. Cierro los ojos y los tuyos me miran con la oscuridad profunda que sueles expresar antes de estallar, lo sé por la resistencia en tu agarre, por la forma en que tus hombros se han tensado y mantienes la respiración contenida, hasta que exhalas y tiemblas y los temblores se convierten en sacudidas y el ámbar de tus ojos se aviva por el impulso de la oscuridad de tu pupila que se dilata. Cierro los ojos ante mi propio orgasmo y veo como la energía que nos ha rodeado como una esfera se ha expandido hacia el infinito, en un estallido de creación en el que tú y yo, como uno solo,  podemos sentir todo lo que ha existido, existe y existirá.

Nos hemos unido de un modo elevado que en la densidad humana sólo podemos conseguir por medio de una psicodélica ensoñación…

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N/A

Erótica nunca se ha caracterizado por ser lógica, así que les dejo lo que mi mente ha creado, véanlo como a un cuadro abstracto y saquen de la lectura lo que puedan.

Gracias por leer.

Anyara

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